El efecto Tetris en la vida real


“Psicosis” le dio a la gente un miedo patológico a las duchas. “Tiburón” hizo que tuviéramos espanto de nadar en el océano. Entonces, ¿por qué el “Tetris”, uno de los videojuegos más influyentes de todos los tiempos, no iba a tener también un efecto sobre nuestra propia vida?

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Resiliencia y videojuegos

Hoy en día, la mayoría de los videojuegos ofrecen experiencias inmersivas y narrativas que nos permiten sumergirnos en mundos fantásticos y participar del desarrollo de una historia en la que, a diferencia de otros medios como la lectura o las películas, somos los protagonistas: participamos de manera activa en la experiencia de juego. 

La resiliencia en psicología se define como la capacidad de recuperarse y prosperar, aún frente a  situaciones de estrés. Podemos entenderla como la habilidad con la que contamos para tolerar la frustración y las adversidades de la vida.

Cuando nos sumergimos en el mundo de un buen videojuego, estamos habitando de manera activa un medio que nos enfrenta constantemente con desafíos y obstáculos, y que a diferencia de la realidad, es un entorno controlado, seguro, a veces hasta predecible (¡todos sabemos que detrás de una puerta en el Dark Souls probablemente haya un enemigo escondido!).

Los videojuegos ponen a prueba cuánto nos bancamos la frustración de perder, algunos juegos nos obligan a tomar decisiones que impactan directamente en la historia y que tienen consecuencias importantes para el desarrollo de los personajes, otros ponen a prueba nuestra capacidad para resolver problemas y puzzles, nos requieren que practiquemos el uso del pensamiento lógico o de la inteligencia espacial; y, sin lugar a dudas, todos premian la perseverancia. Estos desafíos ayudan a fortalecer la resiliencia: permiten el ejercicio constante de la capacidad para hacer frente, adaptarse y recuperarse frente a situaciones adversas, todo esto en un entorno lúdico y divertido.

Los videojuegos no nos castigan por los errores que cometemos, sino más bien estimulan el aprendizaje a partir de ellos. En el entorno seguro del juego podemos asumir riesgos, probar diferentes acciones, salvar la partida, arriesgarnos y ver el descenlace de una acción. En la vida real, tomar decisiones y asumir riesgos se realiza la mayor de las veces con una carga importante de estrés, en cambio en los videojuegos el fracaso no representa grandes pérdidas: siempre se puede revivir y volver a intentarlo, o cargar una partida anterior y probar otro camino.

Este año realicé una encuesta con el objetivo de explorar experiencias personales y creencias asociadas a los videojuegos en una población de 64 individuos. Acerca de la resiliencia y la tolerancia a la frustración me encontré con un montón de testimonios en primera persona que narraban cómo los videojuegos habían contribuido a transitar las dificultades de la vida. El juego más mencionado en este aspecto fue el Dark Souls, pero también apareció el Zelda: Breath of the Wild y las aventuras gráficas en general. 

Algunas experiencias personales compartidas por los encuestados:

  • Una persona afirmo que el Dark Souls le enseñó “a tolerar mucho más la frustración y que de los errores se aprende”. De la misma franquicia otra persona dijo: “me enseñaron a superar frustraciones y siempre recordar ser constante para lograr mis objetivos”. 
  • Otra experiencia: “Empecé a jugar de grande (28-29), aprendí a tener más paciencia y tolerancia al fracaso, manejo mejor la frustración, busco mejorar siempre. Sufría mucho todas esas cosas con otros hobbies, pero los juegos siempre me incentivan a no darme por vencida. Durante la pandemia BOTW y Animal Crossing me salvaron del corchazo, literalmente”. 
  • Del Hades, una persona compartió: “Al estar lidiando con problemas en mi vida personal le metí +200 horas. Me inspira ver cómo su protagonista es tan perseverante. Cuando lo platiné fue como ganar el mundial para mí”.
  • Las aventuras gráficas también aparecieron cuando consulté por la resiliencia: “Me enseñaron a hablar y a pensar soluciones imprevistas a problemas comunes”. 
  • ¿Y los juegos de plataforma? También: “Tener la paciencia para completar plataformeros difíciles me enseñó resiliencia, paciencia y más. Resolver puzzles me ayuda a pensar de maneras distintas y a reconocer patrones más rápido”.

Del total de los encuestados, casi el 60% estuvo de acuerdo con la afirmación “jugar videojuegos estimula la capacidad para resolver problemas”.

Gráfico de respuestas de formularios. Título de la pregunta: ¿Qué tan de acuerdo estás con la siguiente afirmación? 

“Jugar videojuegos estimula la capacidad para resolver problemas”. Número de respuestas: 64 respuestas.

De esta pequeña investigación surgió también un dato que me sorprendió: un 75% de los encuestados afirmó que un videojuego tuvo un impacto significativo en sus vidas. ¡Es un montón! pero al mismo tiempo confirma algo que los que disfrutamos del mundo de los videojuegos sabemos: todos podemos nombrar por lo menos un videojuego que nos cambió la vida.

Psicología y gaming: ¿por qué amamos los videojuegos retro?

Hay toda una explicación psicológica detrás de nuestro afecto por los videojuegos retro, y tiene que ver solo en parte con la nostalgia por el pasado.

Recuerdos en 16 bits

Cerrá los ojos. Bueno, no, no los cierres todavía. En todo caso, primero terminá de leer este párrafo. Tratá de recordar algunas imágenes de tu infancia. ¿Qué ves? A lo mejor algunos picaditos con los chicos del barrio o jugar a las escondidas. ¿Habrá por ahí bloques, soldaditos, tazos? ¿Juntabas figuritas en algún álbum, al ritmo de “late, late, late… ¡NOLA!”.

Yo recuerdo todo eso. Pero en mi memoria resuena más fuertemente la imagen de la morocha de Sega (la Genesis de 16 bits), mi habitación y una tarde de puro vicio con mis hermanos.

Le doy a los videojuegos desde que tengo uso de la memoria. Primero fue en la vieja PC de escritorio XT-386 con un disco de 10 mb de almacenamiento y 512 kb de memoria. Cuando la máquina arrancaba, parecía una turbina. El disco sonaba con un “tac, tac, tac, tac, tac” y la pantalla tenía una muy limitada gama de colores con MS-DOS corriendo de fondo (¡ni siquiera un Windows 3.11!).

El clásico Sonic the Hedgehog (1991) de Sega Genesis

En aquella computadora jugábamos al primer Doom, al F-15 o al hermoso Stunts, entre otras reliquias del abandonware. Luego pasamos a la Family Game (como todo buen argento). Una gloriosa Navidad de finales de los noventa, Papá Noel se la jugó con una ostentosa Sega Genesis con varios títulos que pronto se volverían clásicos.

Todavía me acuerdo de la música con la que inicia el Sonic 3, terminar aquel engorroso segundo nivel de El Rey Leon o el A-C-ARRIBA-B-ARRIBA-B-A-ABAJO del Ultimate Mortal Kombat 3. Épocas gloriosas, sin apuros ni deudas con el banco. Sin las responsabilidades de ser padre, docente o esposo.

La infancia era eso. Una comidita rica de la abuela, unos pesitos para el kiosco de la escuela o los dibujos animados del sábado por la mañana. Y, en el medio, aparecían los videojuegos como un alimento más reconfortante que cualquier plato de fideos con tuco.

La psicología de la nostalgia

Aquello que fue novedoso en los ´80 y ´90 hoy es considerado “retrogaming”. Y se siente bien.

Retrogaming en Espacio TEC

Te alegra volver a percibirte como un niño. Como adultos, tenemos todas estas responsabilidades y ansiedades, y si es posible encontrar una manera de olvidarte de eso (aunque sea por un ratito) dale que va.

La psicología se ha encargado de estudiar por qué nos fascina, de grandes, volver a jugar aquellas joyas del pasado. Jugar videojuegos antiguos —o, al menos, diseñados para parecer retro— transporta al jugador, remontándolo a épocas más sencillas donde jugar era divertido.

Desde el punto de vista filosófico, el concepto de la nostalgia parece obvio. Ves un juego al que le metías cuando eras niño y, automáticamente, tu cerebro evoca recuerdos felices. Ser niño y abrir ese nuevo juego pixel-art o consola en Navidad era, para muchos chicos, el epítome de la felicidad.

Para mí fue la Sega Genesis, para otros habrá sido la Super Nintendo o la primera Playstation.

Benjamín y yo viciando las consolas retro de Espacio TEC.

Pero, abramos el telón: ¿por qué tu cerebro quiere jugar a ese juego viejo, exactamente? Los videojuegos retro tienen un doble atractivo: propiedades intrínsecas y extrínsecas que explican su popularidad. Por un lado, los aspectos intrínsecos tienen que ver con la jugabilidad clásica que la convierte en una experiencia atemporal, como el ajedrez.

Luego tenemos los aspectos extrínsecos del juego, donde se asocia con experiencias pasadas positivas, en términos de personas y lugares, lo que lo convierte en un desencadenante de emociones positivas. Una combinación de ambos factores es lo que está impulsando el renovado interés en el género retro.

Videojuegos retro para grandes y chicos

La búsqueda de una respuesta emocional

Esto es un gran ejemplo de lo que sucede cuando el sistema de memoria y el sistema de recompensa del cerebro trabajan juntos. Gravitamos hacia los videojuegos retro porque buscamos un desencadenante conocido para una respuesta emocional positiva. Los varios estudios han confirmado que los videojuegos activan las vías de recompensa (los centros de placer) del cerebro.

En la actualidad existen museos en todo el mundo (guiño guiño) dedicados a capturar la historia y experiencias de los primeros años de los videojuegos. Son lugares de encuentro tanto para niños como adultos; aunque -seamos honestos- los más grandes muchas veces van solitos.

Luego de haber sobrevivido a una pandemia mundial (y el posterior aumento en síntomas de ansiedad y depresión) no es de extrañar que muchos encontremos consuelo en los juegos más antiguos y de aspecto retro.

“Every journey begins with a choice”

Hay cierta mística en el gaming de la vieja escuela. Ya saben… no tener más de tres vidas, un sistema de puntuaciones numérico y una dificultad endemoniada que enseña paciencia y determinación.

Cada quien tendrá sus formas de hallar la felicidad. Para varios de nosotros, se presenta en forma de estos videojuegos retro. Un bienvenido respiro de un mundo caótico, experiencias lúdicas más simples (no necesariamente más fáciles) que son capaces de perforar el corazón e infundir una alegría tan rara como perfecta.

Luciano Sívori

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“It’s dangerous to go alone! Take this.”