El Hombre detrás de la Máquina (Parte 1)

En esta serie de capítulos veremos algo referido las calculadoras mecánicas antiguas, mi tema de expertise como colaborador dentro de Espacio TEC, y además como coleccionista desde hace ya… ¡un tiempo considerable!

Pero el enfoque no será referido a la descripción de las calculadoras en sí, sino a sus creadores, sus inventores, sus padres por llamarlos de alguna manera. Las historias en estos capítulos estarán enfocadas exclusivamente hacia ellos, sus vidas, sus sufrimientos, sus expectativas, y también a la similitud con seres de nuestro tiempo.

Es bien sabido que en la historia de la innovación se ha dado el fenómeno, casi un cliché, de las parejas con personalidades tan discímiles pero complementarias, que logran el no tan fácil objetivo de sacar adelante una idea, convertirlo en un producto y que sea un éxito. Hay muchos de estos personajes icónicos, pero creo que dentro de la memoria popular podríamos tomar como caso de estudio para nuestra comparativa a Steve Jobs y de Steve Wozniak (Woz para los amigos) y su empresa Apple.

Hablemos un poco de ellos:

1)  Lo de Woz era inventar y construir; lo de Jobs eran el marketing y la venta. Se potenciaron mutuamente. Decidieron trabajar juntos y el 1 de enero de 1976 se lanzaron a la aventura.

2) Woz se encargaba de diseñar y construir el dispositivo (el Apple 1 lo hizo con sus propias manos y en una caja de madera). Y Jobs de venderlo y de desarrollar el futuro de la sociedad.

3) Wozniak era el creativo, Jobs buscaba rédito, que la creatividad está muy bien, pero el dinero está mucho mejor. Creatividad sin dinero, agoniza. Dinero sin creatividad, no hace crecer la empresa.

4) Un ejemplar de la Apple 1 se encuentra hoy en el Instituto Smithsoniano.

Apple I con gabinete de madera                                                                 

Hablemos ahora de la calculadora Comptometer (una de las favoritas de mi colección, y de las más populares entre las de su tipo).

Fue diseñada por Dorr E. Felt en el año 1884, un genio para la mecánica (un hombre con un talento e ingenio natos a un nivel de diseño mecánico tan altos como lo era Wozniak para la electrónica).

Su prototipo al igual que el de Woz también fue hecho en una caja de madera, para ser más exactos en una caja de macarrones que en esa época era de madera.

Prototipo del Comptometer, en su caja de madera

La Comptometer fue la primera calculadora mecánica con funcionamiento a tecla. Era tan rápida para sumar que hoy en día (a 140 años de su invención) no se alcanza su velocidad con una calculadora de mano, ni con un celular abierto ya en la aplicación. Por el contrario, cabe señalar que era muy complicada para las otras operaciones básicas, pues para restar había que sumar complementos y para multiplicar había que poner los dedos de una forma digna del mejor contorsionista. Sin embargo, el uso mayoritario eran operaciones de suma, lo cual la convirtió en una herramienta muy eficiente.

El problema de Mr. Felt era que tenía que competir con el líder de ese momento, el aritmómetro (esta calculadora podía sumar, restar, multiplicar y dividir). Y como si eso fuese poco a los dos años de empezar aparecería otro competidor monstruo: la calculadora de Burroughs. Su gran ingenio técnico no iba a ser suficiente para enfrentarse contra estos dos rivales, lo cual representaba un gran problema… hasta que lo conoció a Robert Tarrant.

Robert Tarrant al igual que Jobs era un genio para el marketing y la venta. Así que al igual que Steve se asoció con Woz, Tarrant se asoció con Felt y ambos se potenciaron mutuamente.

En 1887 formaron una sociedad igualitaria y 14 meses después se constituyó como Felt &Tarrant Company (nada de frutas en este nombre). El trabajo de Felt sería diseñar y construir el dispositivo y el de Tarrant venderlo y desarrollar el futuro de la sociedad.

Hoy cualquiera de nosotros con un dispositivo que llevamos en el bolsillo (léase teléfono celular) hace cualquier cuenta en segundos, desde las simples operaciones hasta algunas mas complejas como obtener una raíz cuadrada o un logaritmo. Pero en aquella época cuando una empresa precisaba un empleado para administración la oferta no era mucha, el empleado era caro y en muchos casos se precisaban unos meses de capacitación hasta aprender a usar la máquina para que esa persona pudiese tomar su puesto. Allí fue donde Tarrant mostró su genio en el marketing, creando escuelas de capacitación en Comptometer a un costo accesible para los alumnos. Fundó 150 sucursales (si, leyeron bien: ciento cincuenta escuelas en 1890), estableciendo centros de capacitación en todo el mundo, llegando a que casi un tercio de estas escuelas estuvieran radicadas en el extranjero. En el apogeo de la “Era del Comptometer” este era el sistema de escuelas privadas más grande del mundo.

Escuela Comptometer en Chicago
Escuela Comtometer en Bombay
Escuela Comptometer en Australia

Esto hizo que “según versiones de la época” cuando se solicitaba un empleado para administración con conocimiento de máquinas de cálculo de 100 postulantes más de 97 estuviesen con su diploma de Comptometer bajo el brazo. Sin contar, claro que estos 97 eran fácilmente reemplazables y tenían menores pretensiones de sueldo. Esto disparó las ventas, ya que era más económico cambiar las calculadoras que seleccionar personal experto.

Entre 1880 y 1915 cuatro eran las empresas líderes en el mundo en calculadoras de oficina, Aritmómetros, Burroughs, Original Odhner y Comptometer. De estas cuatro tres hacían las cuatro operaciones en forma directa y rápida.

La más vendida de ellas solo sumaba… Creo que no hay mucho mas que hablar.

Ah! me olvidaba de mencionar: la primer Comptometer hecha en una caja de macarrones también está en el instituto Smithsoniano.

La hermana de Dorr Felt haciéndole entrega de la primera Comptometer al curador del Instituto Smithsoniano