El Hombre detrás de la Máquina (Parte 1)

En esta serie de capítulos veremos algo referido las calculadoras mecánicas antiguas, mi tema de expertise como colaborador dentro de Espacio TEC, y además como coleccionista desde hace ya… ¡un tiempo considerable!

Pero el enfoque no será referido a la descripción de las calculadoras en sí, sino a sus creadores, sus inventores, sus padres por llamarlos de alguna manera. Las historias en estos capítulos estarán enfocadas exclusivamente hacia ellos, sus vidas, sus sufrimientos, sus expectativas, y también a la similitud con seres de nuestro tiempo.

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Taller de Historia, Tecnologías e Informática en Espacio TEC, junto a la SADIO, la UNS y el CONICET.

La Sociedad Argentina de Informática (SADIO) organiza las 53vas Jornadas Argentinas de Informática (JAIIO) junto con la Universidad de Sur y el CONICET, siendo Bahía Blanca el escenario este año. Tendrán lugar desde el lunes 12 al viernes 16 de este mes (agosto, 2024).

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Mozo, hay un Huevo de Pascua en mi ordenador!

Algunos de los easter eggs mas famosos, revisitados en esta entrega en el dia de pascuas.

La película Ready Player One (2018) dirigida por Steven Spilberg y basada en el libro homónimo de Ernest Cline popularizó el ya ultra conocido (gracias a internet) “primer easter egg (huevo de pascua) de la historia”. De la historia de los videojuegos, aclaremos. Y también aclaremos que eso es lo que creemos, solo hasta que aparezca uno anterior.

Cuenta la historia que Atari era reacia a dar a conocer los nombres de los programadores, artistas y diseñadores de sus videojuegos que por aquel entonces se publicaban para sus sistemas, en este caso para el Atari VCS/2600. Lo cual tenía a estos personajes algo disconformes. Así fue que en un acto de rebeldía, en el juego Adventure (1979), si el jugador hacía una cierta serie de acciones aparecería en pantalla la leyenda”Created by Warren Robinet”, en clara declaración de autoría e inmortalizando un nombre que de otra forma, hubiese quedado como uno más del montón.

Hay que entender el contexto, claro. No es que Atari fuera un explotador tampoco. Simplemente, la industria aún estaba en pañales. Y “el Atari” era, de alguna manera, considerado un juguete. Se vendía en los mismos mostradores que los juegos electrónicos, y las máquinas de pong hogareñas. Entonces los cartuchos de juegos eran meros accesorios que uno podía comprar (o pedirle a Santa) para cambiar el juego de la consola. Un gran avance sobre la generación anterior (las maquinas de Pong), que solo tenían un juego (o variantes de esta) y la cosa ya se estaba poniendo aburrida. Fairchild ya lo había hecho un año antes, pero la idea estaba en el aire. Y bajo esa lógica, así como Mattel no publicaba los accesorios de Barbie con el nombre de sus diseñadores, ¿porque lo haría Atari o quien fuese con sus cartuchos? “Sí, lo hizo un ingeniero. Un empleado. Pero te lo vende Atari”. Desde el punto de vista de la empresa, daba igual quién fabricaba qué parte.

Pero sucede que a diferencia del caso de Barbie, los juegos terminaron siendo lo más importante de la consola. Y si le sumamos el hecho que la VCS/2600, debido a sus limitaciones, era extremadamente difícil de programar, estos tipos era Rockstars. Invaluables y… mal pagos. Bueno, según ellos. Artistas. Así que no es de extrañar esa necesidad de querer firmar la obra.

Vamos a repasar algunos easter eggs fomosos que tal vez ya nuestros lectores conozcan, o tal vez no. En cualquier caso, siempre es divertido encender alguna de estas máquinas de 40 años y ver que todavía siguen ahí. Y esto las hace un poquito mas humanas… ¿no les parece?

Microsoft!

Cuenta la historia que Jack Tramiel, fundador de Commodore, en una maniobra (y canchereada a lo “che pibe”) le dijo a Bill Gates “yo ya me casé una vez” cuando éste le propuso la idea de que el interprete BASIC que le había vendido para sus nuevas microcomputadoras PET lo usaran bajo el modelo de licencias. Pero Jack ya había pagado una vez y no quería atarse a nadie. Bill entonces, previendo un posible juicio donde tuviese que demostrar autoría, dejó escondido dentro del código de su interprete la palabra “Microsoft!”. El comando mágico es

WAIT 6502,x

…donde X es la cantidad de veces que se escribe.

Claro que luego los ingenieros de Commodore lo descubrieron (Bill no se contuvo y lo escribió en una CES…) y lo eliminaron; pero si aún tienen acceso a una de las primeras PET, Billy sigue saliéndose con la suya.

Corolario: cuando Commodore necesitó un nuevo BASIC para la flamante y pronto a estrenarse Amiga… bueno digamos que por eso es que en la pantalla de la contemporánea C128 tuvieron que poner “BASIC 7.0 (c)1977 Microsoft Corp.” Pero Jack ya no estaba.

Software y Herdware

Ya que mencionamos la Commodore 128, los ingenieros que participaron en su desarrollo también quisieron dejar su marca. Bueno. Es que se había puesto de moda. Dentro de los gabinetes de las “súper avanzadas” Apple Macintosh (1984) y Commodore Amiga (1985) podemos ver inmortalizadas en el plástico las firma de los artistas que las crearon. Cada plataforma que salia al mercado era un sistema completamente nuevo al cual había que inventarle todo, esto requería de trabajo en equipo. Y mucho esfuerzo. Así que había que dejar la huella.

El comando mágico es entonces:

SYS 32800,123,45,6

… y aquí podemos ver quienes fueron los encargados del Software y quienes del Hardware o “herdware”, juego de palabras porque Bill Herd fue el encargado de liderar el equipo.

Pero ya lo habían hecho antes también. Si en la Commodore 16, Commodore 116 o Commodore Plus/4 (son básicamente la misma maquina en diferentes configuraciones) escribimos:

SYS 52651

… aparecerán los nombres de los involucrados.

Rebeldes

Como vimos al principio, los Easter Eggs no son solo una manera de firmar la obra. Sino también pretenden dejar un mensaje. A veces menos y a veces más explicito.

Terminando este artículo (que podría volverse infinito), me pareció muy emblemático el caso de la Amiga 500 (1987).

Commodore era una empresa que tras la renuncia de Jack Tramiel se volvió algo caótica. Cuando los ingenieros terminaron el desarrollo del Amiga, tenían en sus manos la computadora de consumo masivo (léase “hogareña” o “personal”) más poderosa del momento. Pero fue un fracaso en ventas, principalmente porque la gente de Marketing (al menos la gente de marketing de USA, aclaremos), no supo venderla. Eran áreas que estaban muy desconectadas entre si, lo que trajo mucha rivalidad interna y frustración en los desarrolladores.

Así que para la salida de la Amiga 500 nuestros enojados amigos dejaron en ROM (Kickstart 1.2) lo siguiente: Al presionar ambas teclas ALT, ambas teclas SHIFT, y las teclas de función obtenemos los siguientes mensajes en la barra de menu:

… + F1 : “System Software: Carl, Neil & Kodiak”

… + F2: “Graphics Software: Dale, Bart, Jim & :RJ:

… + F3: “QA: Jon, Bruce, Stan, Kim & Jerry

… + F4: “LG Support: Caryn, Dave, Victor, Terry, Cheryl & Nancy”

… + F5: “CBM Software: Andy, Barry, Dave & Eric”

… + F6: “Pics: Sheryl & Jack”

… + F7: “Docs: Rick, Mitch, Peggy & Rob”

… + F8: “Chips: Jay, Akio, Glenn, Edwin, Mark & Dave”

… + F9: “HW: Dave, Bill, ChrisR & Josh”

… + F10: “Me Made Amiga, They fucked it up.”

Wow.

Cuando Commodore descubrió ese ultimo, imagínense que no les resultó nada gracioso, porque si bien la combinación de teclas es algo … digamos … complicada, no es tan difícil que se dé, así que pidieron que se remueva.

Pero lejos de hacerlo, solo lo escondieron más. En las siguientes revisiones del ROM, con F10 podíamos leer: “Moral Support: Joe Pillow & The Dancing Fools” (la explicación de estos personajes requiere un artículo aparte)

Pero si presionamos la combinación antes citada con F1 y quitamos el diskette del drive interno, aparecerá el mensaje “The Amiga, Born a Champion”.

Pero esto no es todo. Si luego, sin soltar nada, presionamos el botón izquierdo del mouse y volvemos a introducir el disquette, vuelve a aparecer “We made Amiga…”

Entrevista a Christian Mazzatari

Christian Mazzatari es el responsable detrás de Retrogeek Mazzatari, una de las tiendas online más reconocidas del país dedicada la venta de vídeos juegos retro, accesorios y muñecos de colección, pero también es un amante de la retro computación y videojuegos en general, y un fanático y férreo defensor de la marca Atari. En ESPACIO TEC quisimos conocer un poco más acerca del coleccionista y vendedor. Conversamos además del retrogaming en la argentina y del hobby que se convirtió en profesión.

  • En tu página web te definís como “Coleccionista Entusiasta Amante De La Retro Computación y Videojuegos En General.” ¿Es tan así?

Exactamente. Yo empecé con las computadoras como las que tienen Uds. en el museo, Commodore 64, TK-90, Atari 800XL, toda la línea XL…Posteriormente trabajé en una casa de videojuegos muchos años. Donde tomé contacto con las home computers y posteriormente con las primeras consolas de juegos.

  • Profundicemos ahí un poco, ¿Cuál fue tu primer contacto con videojuegos?

Mi primer contacto fue con la Atari Pong. Te acordarás, no traía cartuchos, sólo 6 juegos programados, esa fue mi primera consola. A los pocos meses pasé a la Atari 2600. Posteriormente entré en la programación en BASIC a partir de las primeras computadoras personales.

  • El Christian amante de los videojuegos, fue siempre así o se desarrolló con el tiempo?

Desde siempre, arranqué en 1978, muy chico. Hoy tengo 51 años, imaginate, viví una época dorada, el comienzo acá, los primeros pinball, los primeros fichines, como el gálaga, los salones arcade en los barrios, la explosión en la costa…

El primer juego que jugué en la computadora Atari, fue el enduro, podías jugar de noche, de día, en la nieve, ese juego me marcó a fuego.

Programado por Larry Miller y publicado en 1983, el jugador controla un coche que tiene un día entero para rebasar a otros 200 automóviles (300 a partir del segundo nivel) en una carrera a alta velocidad. Si el jugador falla en pasar la cantidad pedida de automóviles cuando el nuevo día amanece, el juego finaliza.

– ¿Cómo manejabas “el vicio”? ¿Tenías problemas en casa?

Por supuesto, recuerdo que mi vieja me amenazaba con sacarme los tapones de luz, “te voy a cortar la luz” me decía, porque me quedaba hasta las 6, 7 de la mañana, a veces no dormía jeje.

Luego de la 2600 me compraron la Atari 800XL, y ahí me enganché con la programación, durante unos 10, 12 años, que coincidieron con mi trabajo en el local comercial. Me llevaba mucho tiempo, pero como verás, no quedé tan mal jaja.

Atari 800 XL

  • La faceta del coleccionismo, ¿fue una consecuencia natural o te pegó de grande?

Desde el primer momento fui coleccionando, cada computadora que compraba, los juegos, las revistas K64, era comprar y comprar. Quería tener todos los accesorios para cada sistema, todos los periféricos. Las computadoras que usé las tengo todas guardadas.

Siempre estaba atento a las distintas oportunidades. Una vuelta en parque centenario caí con un vendedor que tenía trescientas revistas. En tres meses me empeñe y tengo todas las revistas en mi depósito. Cuando los locales cerraban, aprovechaba para quedarme con el stock remanente. En el depósito tengo 800 diskettes de computadora Atari con todo el banco oficial de juegos que hubo en el país, los copiadores, tengo de todo. Actualmente alquilo un depósito y ahí conservo todo.

  • Vos que sos fanático de Atari, contanos un poco el fenómeno de la marca en Chile

Claro, Atari en Chile pegó muy fuerte, formó lo que era Commodore acá. Atari se va de Argentina, dos socios de acá se van a Chile y forman una empresa allá. Para que te imagines, uno de los socios que hacía programación en assembler, con una Atari 800XL ideó un programa para controlar todos los semáforos de Santiago de Chile. Tuvo muchísimo alcance allá. 

La primera vez que visité Chile fue en el 98, caigo y ya tenía anotadas las direcciones de los locales, fui a recorrer todos los locales que figuraban en las revistas. Algunos lo habían tirado todo, otros ya no comercializaban más.

Caigo en la estación de metro Tobalaba de Santiago, dónde aún existía un local de computación y me presento: Hola, soy argentino coleccionista etc, “lo siento” me dijo la persona que atendía el local,  “acabo de tirar todo el banco de revistas y juegos a la calle hace 2 meses”. Te juro me largue a llorar, cajas y cajas con software y revistas, no había llegado por poco…

  • Imagino que no habrán sido todas derrotas, al haber estado atento desde una época tan temprana, cuando aún no existía la concepción del coleccionismo..

De hecho, en las primeras reuniones, éramos 10 gatos locos, nos juntábamos en una confitería en caballito y llevábamos los cartuchos de Atari, intercambiábamos, vendíamos etc. y la gente nos miraba como bichos raros. Toda la mesa plagada de cosas de computación. Vos imagínate en esa época andar con una remera de Atari, era muy loco, nos reíamos viendo las caras de la gente.

Ahora los precios se han disparado y lo que antes no tenía valor y se tiraba hoy lo ves en los grupos de venta. 25 años atrás ibas por la calle y te encontrabas consolas, home computer en caja.

Recuerdo una vez en una casa de antigüedades, ver al dueño tirar una 128 completa en caja.Entré le pregunté si me la podía llevar, el dueño me pidió que le comprara algo en el kiosko, le compre una caja de cigarrillos y me llevé la Commodore 128 que aún conservo y funciona perfecto.

Otra vez, caminando a las seis de la tarde, vi cómo una casa de computación sacaba una caja de 40 joysticks 125 nuevos, inmediatamente pedí un taxi y los cargue todos y me los lleve.

En una ocasión paso por una juguetería en capital y veo dos cartuchos de Atari Lynx. El dueño me explicó que eso lo importaba 15 años atrás. Entré y le pregunté, me los vendió $ 2,50 cada uno. A los 4 días le caí de vuelta y lo encaré: ¿Tenes más en el depósito? Subí al depósito con el empleado, le bajé 2 cajas. Consolas y cartuchos en caja sin usar. Le compre todo.

  • Vos ya especulabas con lo que iba a pasar a futuro? Eras consciente que en algún momento todo eso tendría valor?

La verdad que no, me movían simplemente las ganas de querer acaparar todo. Era el afán de coleccionar y coleccionar, cosas que veía la compraba.

  • ¿En qué momento pasaste al rubro del negocio? ¿cómo hiciste esa transición?

Yo arranqué a trabajar en una casa de videojuegos Palladium software, acá en Buenos Aires, calle Scalabrini Ortiz en una esquina. El negocio era todo el primer piso y en el segundo daban clases de computación.

En un principio grababa los cassettes en mi casa y se los llevaba. Los dueños eran gente grande. Cuando abrieron una segunda sucursal me ofrecieron trabajar en el local. Salía del colegio y me quedaba en el negocio hasta las 7 de la tarde y los fines de semana también.

Yo atendía a la gente, vendía accesorios, repuestos, tenía mi  Talent MSX y Commodore 128 donde grababa los juegos, la gente miraba el catálogo y elegían.

Los juegos de Spectrum se grababan en MSX, eran los más tediosos, los juegos eran por niveles, a veces salían mal porque los pibes traían cassettes que estaban muy gastados y después no cargaban! Una vez al mes venían las novedades de los juegos, y anunciábamos en la revista segunda mano, toda la gente esperando para llegar con su datasette y grabar los juegos. Los chicos se quedaban horas en el local, vos pensá que cada juego tardaba 5, 7 minutos en grabarse. Y la gente se acumulaba. Terminabas quemado pero feliz, uno lo hacía porque le gustaba. Era otra magia.

Hace unos 17 años empecé a importar cosas para mí de afuera para uso personal, y ahí pensé en traer cosas para vender, arrancó como parte del hobby y ahora es mi actividad principal.

  • La primera vez que te vi, hace unos 10 años, te compré unos repuestos de Nintendo. Me citaste en una esquina de caballito, yo venía del interior, y me sorprendió la atención que me diste, hasta me imprimiste la operación en el acto con una impresora de bolsillo. La gente que está en el mundillo te reconoce esta cualidad..

Soy así. Por ejemplo, la gente me carga pero yo tengo un programa en el celular donde controlo todos los envíos, me nace revisarlo todos los días y contactar a la gente por whatsapp. Será por los años que trabajé con atención al público, conocer la dinámica y saber que la gente valora esos detalles. Para mí la venta termina cuando el producto está en tus manos y me escribís feliz.

  • Una cosa es el hobby y otra es trabajar de eso, ¿Cuáles son los desafíos en tu rubro y cómo los encarás?

Actualmente somos dos personas, mi hijo y yo. Fundamentalmente vendemos online, y luego hay una serie de eventos en el año a los cuales asistimos y tomamos contacto directo con los coleccionistas.

La gente se acostumbró con la pandemia a comprar online, te diría que el 90% de la venta son online. Antes de la pandemia yo juntaba clientes, como me paso con vos, un día de la semana juntaba a todas las personas, 2 o 3 horas en un bar atendiendo gente y entregando cosas.

La pandemia sacó el miedo, la gente compra todo por internet y el e-commerce se levantó mucho. Los eventos entonces los utilizo como una forma de local físico, es el caso por ejemplo de la  Retrostart o Tpc Coleccionismo. La gente reserva sus productos y en esas reuniones se acerca y retira, supliendo así al espacio físico de entrega.

Es una actividad que demanda mucho, como cualquiera que se encara seriamente. La importación es complicada, tenés que ser importador para traer ciertas cosas, te tenés que ir adaptando a las distintas regulaciones. Asimismo, están los eventos, los cuales exigen una preparación previa, preparando el material, catalogando, los precios etc.

Estoy convencido q si haces algo q te gusta, lo sobrellevas. Si lo tomas solo como algo comercial, creo que sería muy difícil sacarlo adelante.

  • Contanos de tu tienda, qué productos tenés que cosas tiene más salida?

Traemos de todo, pero te diría que el  fuerte de nuestra tienda son las herramientas, los accesorios de los videojuegos, que cualquier coleccionista necesita, sobre todo con Nintendo que siempre fue muy celoso para evitar que cualquiera pueda meter mano. Hasta que aparecieron los chinos jeje.

  • Hablando de China y las compras de afuera, cómo convivís con las páginas internacionales que le permiten al consumidor final  importar esta clase de productos?

Mirá, el coleccionista tiene mucha ansiedad, no quiere esperar al paquete 40 o 60 días , quiere el producto ya. Y evalúa que la garantía y la diferencia de costo no justifica esa espera. Todos sabemos que, como particular, a veces las compras se pierden en el limbo. Y la intermediación te evita eso. Así que no es algo que afecte el negocio, se convive perfectamente. 

  • ¿Cómo ves la actualidad del coleccionismo, y qué imaginás para el futuro?

Hoy ya  tenemos tres generaciones de coleccionistas. Mucha gente que arrancó conmigo por familia o trabajo se ha ido, y ahora me encuentro con que muchos de los nuevos interesados y coleccionistas son chicos de 19 años, que no vivieron esa etapa, pero que se entusiasman por igual. Hoy a un chico en un evento le mostrás un game watch y se sorprende, le despierta curiosidad, la tecnología, la historia, y se engancha.

No me puse a pensar nunca a futuro cómo puede seguir esto. No me puse a imaginar el rumbo. Creería que seguirá todo igual. Gente que le pica la curiosidad va a seguir existiendo, la industria del videojuego no va a parar, en todo caso irá mutando y evolucionando.

  • Christian podríamos seguir tres horas más hablando, pero no te quiero robar más tiempo. ¿Tenés alguna reflexión que quieras dejar para el final?

Le diría al coleccionista se preocupe en buscar lo que pueda sin mirar lo que tiene el otro, que tenga una colección personal, y que se sienta orgulloso de eso. Y del otro lado del mostrador, a los vendedores les pediría que se manejen con reglas claras, y al que quiere empezar de este lado del mostrador con malas prácticas que no lo haga, porque nos complica a los que queremos laburar bien, debemos proteger al rubro.

  • Volviendo al comienzo de la charla. Cuál es tu sistema videojuego especial, tuyo y porque?

La Atari 800 XL. La computadora que me transformo la cabeza, al empezar con la programación y todo eso es un amor personal. Horas y horas y horas…

  • Gracias por tu tiempo, espero que la hayas pasado bien en la charla. Ojalá te encontremos pronto en el museo.

Por favor, ya vamos a ir a Bahía Blanca, gracias a vos por la entrevista.

Podés encontrar los productos de Christian en Retrogeek mazzatari en Instagram, Facebook y en su Tienda online.

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Pasión por las calculadoras mecánicas

En esta oportunidad les acercamos una entrevista particular: su protagonista es Roberto Trillo, gran coleccionista de calculadoras mecánicas y colaborador de Espacio TEC. ¿Cómo inició su camino en el coleccionismo? ¿cuántas calculadoras posee en su colección? Estas y otras preguntas tendrán su respuesta en esta cordial charla -asado mediante- en su casa de Escobar.

-Entrevista a Roberto Trillo-

Roberto junto a algunas de sus mejores calculadoras mecánicas.

Un día llega a nuestras manos un objeto que logra cautivarnos: puede ser un mueble antiguo de madera, una moneda rara, una tela cubierta con variados pigmentos, una estampilla de un país muy lejano, o cualquier cosa que usted pueda o se permita imaginar… Muchas veces no existe una explicación para la fascinación que despierta en nosotros esa “cosa”, ese simple “ente material”. ¿Por qué no podemos evitar reposar la mirada sobre un simple reloj cucú cuando resta un minuto para el cambio de hora? ¿Qué tiene de interesante esa vieja moneda con la cual ya no podemos comprar nada? ¿Y esta pintura colorida que ilustra un puente icónico del sur porteño? ¿Acaso comprendemos realmente qué ocurrió la tarde en que decidimos guardar una estampilla, reprimiendo para siempre su destino de darle alas a una carta?

Algún tiempo atrás recibí un mensaje que me cambió la agenda: Roberto Trillo me escribió para invitarnos a mi pareja y a mí a comer un asadito en su casa… ¡cómo negarnos! Aclaro, para quienes aún no conocen a Roberto, que nuestro entusiasmo no provino de la posibilidad de disfrutar una deliciosa carne a la parrilla: su casa es, sin exagerar, un catálogo inagotable de maravillas mecánicas, un monumento a la memoria viva del cálculo hecho “a manija”. Roberto es, para ponerlo en palabras modestas, el mayor coleccionista de calculadoras mecánicas de Argentina, poseedor de una de las colecciones más importantes (si no la más importante) de toda Sudamérica. Pero sobre todas las cosas, Roberto es una persona apasionada por la docencia y la historia, alguien que con mucha generosidad comparte su pasión por esos objetos que, más allá de permitir las cuatro operaciones fundamentales de la aritmética, maravillan por la creatividad de sus diseños, la maestría de su fabricación y lo intrincado de sus mecanismos. Basta una simple búsqueda en internet para descubrir que este mago de las “cuentas con engranajes” recorrió escuelas, museos y canales de televisión llevando con él valiosas piezas de su colección y elementos didácticos para el disfrute de grandes y chicos.

Después de un muy agradable almuerzo, en el cual las ricas berenjenas al escabeche de su compañera Liliana y un buen malbec hicieron su aporte, le pedí a Roberto la posibilidad de realizarle una pequeña entrevista en su taller; para mi fortuna la propuesta fue aceptada, y es así como ustedes tendrán la posibilidad de adentrarse, a través de las palabras del propio Roberto, en el apasionante mundo del coleccionismo de calculadoras mecánicas.

Julián:

Saludos Roberto, nos encontramos en un día feriado… lunes 15 de agosto de 2022… dejo la grabadora sobre tu mesa, junto a unos engranajes de madera… ¿qué estás fabricando?

Roberto:

Estoy construyendo una maquinita “Pascalina” para llevar al museo de Especio TEC, así pueden usarla los chicos y ver cómo funcionaba la primera calculadora del mundo, diseñada por Blaise Pascal en 1643.

J: Es increíble cómo ha avanzado la tecnología, al punto en que hoy es posible realizar cálculos muy complejos con cualquier teléfono celular… pero seguro existieron varios pasos en el camino que inició con la Pascalina… ¿ese camino es tu objeto de estudio Roberto?

R: Es cierto, es largo ese camino. En mi colección pongo el foco exclusivamente en las calculadoras mecánicas; no tengo nada que se enchufe, eléctrico ni electrónico… bueno, en realidad hay una excepción: guardo en aquella vitrina una pequeña calculadora electrónica a pilas, que en los ‘90 se conocieron como “calculadoras tarjeta”… cuando la veo pienso en el creador de la antigua calculadora Monroe, que debe pesar unos 30kg…. estamos hablando de máquinas hechas hace solo 120 o 130 años, es decir, no tenemos que remontarnos al nacimiento de Cristo… ¿qué diría él al ver esta miniatura electrónica? ¿qué pensaría si le cuento que su nieto ya podrá utilizar una de estas maravillas, que no tiene nada mecánico en su interior y que es del tamaño de la “etiqueta” de su calculadora tan voluminosa y pesada? Seguramente, ese hombre me hubiera tomado por alguna clase de Julio Verne, es decir, pensaría que mi calculadora tarjeta no es ciencia, sino “ciencia ficción”… algunas veces pienso, ¿qué ocurriría si viniera alguien a contarnos cuáles serán las maravillas que verá mi nieto cuando tenga mi edad?

J: Arthur C. Clarke dijo una vez que cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia…

R: ¡Exacto! ¿Cómo le podés decir a un hombre que estaba diseñando una calculadora llena de engranajes que dentro de 80 años iba a existir una máquina tan chiquita, y sin partes móviles..? ¡Magia! Sin embargo existe.

J: Roberto, ¿tenés una estimación, una noción de cuántas calculadoras tenés en tu colección?

R: Normalmente digo que puedo llegar a tener unas 200 máquinas… pero quizá eso no sea del todo verdad… algunas de las máquinas fueron utilizadas como donantes de piezas para otras del mismo modelo… una suerte de donantes de órganos mecánicos. Podría decirse, con todo rigor, que el corazón de mi colección está formado por unas 70 máquinas, de las cuales unas 40 me acompañan acá en mi casa… estas están en perfecto estado, todas funcionando. Esa funcionalidad me incentiva a mostrar mi colección, a recorrer escuelas secundarias y otros lugares, enseñando que existieron otras herramientas para hacer cuentas antes del celular.

J: Sin dudas es una excelente puerta de entrada a la historia de la ingeniería… imagino que con tantas máquinas disponibles debe haber existido mucha competencia, guerras de patentes y esas cosas… ¿es así?

R: Sí, en aquellos días la competencia era feroz, y eso llevó a la creación de mecanismos muy innovadores… a mí me cuesta decir que estas máquinas son obsoletas: la Comptometer, por ejemplo, que fue creada en Estados Unidos alrededor de 1880 y fabricada hasta 1960 con el mismo principio básico de funcionamiento, permite hacer cuentas con mucha mayor velocidad en comparación a un teléfono celular si uno aprende a utilizarla correctamente, al menos para las operaciones de suma y resta… esto se debe a que los dígitos de los sumandos pueden ingresarse “en paralelo”, mientras que en nuestros teléfonos tenemos que introducirlos de manera secuencial.

J: ¿Se podría decir que las Comptometer son tus calculadoras favoritas?

R: Me gustan mucho las Comptometer, porque brindan la posibilidad de hacer cuentas con mucha velocidad… pero debo decir que también hay otras máquinas que me maravillan: las Adix, por ejemplo, son maquinitas muy livianas que pueden llevarse en el bolsillo, y que tienen el encanto de tener “a la vista” todos sus engranajes, de forma que uno puede ver y tratar de entender su principio de funcionamiento… eso me fascina. Tampoco puedo dejar de lado máquinas especiales como la calculadora “Curta”, también llamada la “maravilla mecánica”… es muy placentero realizar sumas con este instrumento que tiene más de 400 piezas y cabe en la palma de la mano, sintiendo el movimiento de sus engranajes puestos a nuestro servicio… le tengo estima a pesar de no ser una máquina especialmente antigua en mi colección, ya que se empezaron a fabricar en 1948. Para ser sincero, me gustan todas las calculadoras mecánicas.

J: ¿Qué me podés contar sobre la Pascalina que estás fabricando? ¿Tenés alguna en tu colección?

R: Pascal la desarrolló en 1642, y fabricó unas cincuenta unidades, de las cuales todavía sobreviven nueve: ocho como parte de colecciones en museos y una en manos privadas. Lo curioso es que luego de la Pascalina, y por un lapso de 200 años, no se fabricaron nuevas calculadoras. La primera que llegó a comercializarse ya en el siglo XIX fue el aritmómetro de Charles-Xavier Thomas, alrededor de 1850… a partir de allí comenzó la “época de oro” de las calculadoras mecánicas.

J: Así como Suiza se caracteriza por la construcción de buenos relojes, ¿sería correcto decir que también fue el país que más se destacó a la hora de fabricar calculadoras mecánicas?

R: Suiza, al igual que Alemania, se caracterizó siempre por la calidad de sus mecanismos (calidad sobre cantidad)… podemos decir que fabricaron las máquinas de mayor calidad entre 1850 y 1930. Luego, cuando EE. UU. ingresó en el mercado fabricando la Monroe, el juego cambió: ahí se empezaron a fabricar máquinas en gran cantidad.

J: Pensando en quienes no están muy familiarizados con estas máquinas, es posible que el término “calculadora mecánica” pueda ser asociado con esas viejas y populares sumadoras “Olivetti”, que imprimían en una tira de papel sus resultados…

R: Sí, esas máquinas imprimían en papel, pero debemos decir que las máquinas pioneras en ese campo fueron las Burroughs. Entre 1880 y 1920 existió una competencia fuerte entre Burroughs y Comptometer… las Burroughs llegaron a ser tan grandes y pesadas que traían su propia mesa.

J: Roberto, si me lo permitís, me gustaría dejar de lado por un momento el aspecto histórico y técnico para realizarte un par de preguntas más cercanas al coleccionismo: ¿cómo llegás vos a las calculadoras mecánicas? Es decir, ¿cuál fue el punto de inicio de esta tremenda colección?

R: Bueno, antes que nada dejame decirte que esta “tremenda” colección se formó sola… cuando alguien pone pasión y garra, las cosas terminan llegando… sea lo que sea que uno coleccione. Quizá esto te cause gracia, pero yo creo que uno no elige su colección, sino que son los objetos los que, de alguna forma, lo eligen a uno: a lo largo de la vida pasan por nuestras manos muchos artefactos raros… si hay uno que te llama hay que prestar atención… ¿qué tiene esto? ¿por qué me cautiva? A mí me gusta mucho la mecánica… un día me llamó la atención una máquina que estaba en venta en Mercadolibre, muy barata… salió algo así como lo que cuesta un café con dos medialunas. Como estaba toda vieja y trabaja dije “la voy a desarmar para ver qué tiene adentro, total… ¿qué puedo perder?”

J: ¿Recordás cuándo fue esta primera compra?

R: Debe haber sido hace aproximadamente 15 años… yo tengo 68 años, así que puede decirse que empecé hace relativamente poco…. fue una locura que me agarró… y no paré. Volviendo a aquella primera calculadora, recuerdo que el día que la desarmé no dormí… a eso de las tres de la mañana descubrí de qué forma la máquina realizaba la multiplicación… te imaginarás lo que me dijo Liliana cuando se lo comenté con tanto entusiasmo a esa hora… bueno, el asunto es que me encantó el mecanismo, y así fue como se me ocurrió escribirle al jefe del servicio técnico de Monroe (que todavía existe, solo que ahora fabrican máquinas electrónicas), y él me contestó muy amablemente contándome que mi máquina era el “Modelo B” de 1911… con su mejor intento de castellano me dijo “manual de usuario no disponible en línea”. A esto yo le respondo, a modo de broma… “¡Qué poca seriedad de la firma! ¡Hace solo 100 años que dejaron de fabricarla y ya no tienen el manual! Ni soñar con pedirles el repuesto entonces… una fábrica así no va a subsistir por mucho tiempo”. Bueno, parece que los yanquis no entienden mucho este tipo de humorada… un tiempo después compré otra Monroe, el “Modelo K” (el “caballito de batalla” de la fábrica), y le escribí nuevamente a este señor: le expliqué que lo anterior había sido una broma, y le expresé la emoción que me producía el ver a mi nieto junto a estas máquinas… parece que le toqué alguna fibra sensible, porque me contestó enviándome muchísimas fotos de la fábrica en 1911, entre las que aparecía el fundador de la empresa, ya anciano, junto a un escritorio… frente a él estaba la primera máquina que yo había comprado. También me explicó que la máquina Modelo K fue muy popular (se habían hecho más de 200.000 unidades), pero me expresó haber quedado perplejo ante la primera (Modelo B): “¿Cómo es posible que esa máquina haya terminado en Sudamérica, siendo una de las primeras 1000 que se fabricaron? Es una máquina hecha a mano… qué lástima que Ud. no sea coleccionista, de lo contrario tendría en sus manos una verdadera pieza de museo”… y eso fue todo: a partir de ahí no pude parar más; ese fue el comienzo de mi camino en el mundo del coleccionismo.

J: ¡Qué interesante inicio! ¿y cómo seguiste?

R: A partir de ahí me interesaron mucho los mecanismos, comencé a investigar y aprendí sobre las distintas marcas que existieron… por otra parte, el hecho de tener una casa de antigüedades me ayudó a la hora de encontrar máquinas raras… muchos colegas, cuando encuentran alguna máquina en un galpón me llaman y me preguntan: “¿te sirve para tu colección?¿la tenés?”… últimamente respondo con mayor frecuencia con un “gracias, ya la tengo”, pero siempre aparece algo nuevo.

J: Estando acá en tu taller, Roberto, veo que también tenés unos cuantos relojes “cucú” y relojes “aniversario” en reparación… ¿también sos aficionado a la relojería?

R: Exacto, todo lo que sea mecánico es bienvenido, porque lo entiendo y puedo repararlo. Muchas veces veo a Liliana tocando el piano y me maravillo, el arte es un don, al igual que la mecánica… ese es mi don: entiendo a las máquinas, me gustan; por eso es que las colecciono, y por eso es que me gusta transmitir mis conocimientos a los chicos… un niño o una niña de 10 o 12 años no se imagina cómo se hacía para marcar un número en un teléfono “a disco”: algo que hasta hace no tanto nos parecía de lo más mundano y normal hoy ya no se conoce… menos aún imaginan que una calculadora puede funcionar con engranajes.

J: ¿Imaginás a estas calculadoras todavía en funcionamiento en los próximos 50, 100 o 200 años?

R: A veces vas a una casa de remates y ves relojes muy extraños en una pared… te da la sensación de que “murió el abuelo”, y cargaron todo así nomás para ponerlo en venta… en realidad no sé qué pasará con estas máquinas, yo las estoy disfrutando en este momento. Pero en relación a lo técnico, creo que la calidad y robustez de estos componentes pueden permitir su subsistencia por muchas décadas más… es como la vieja heladera Siam de la abuela, imposible de comparar con las heladeras de ahora. Hoy las cosas están hechas para durar un poquito más de lo que cubre la garantía… las calculadoras mecánicas, por otra parte, estaban hechas con la idea de que debían durar “para siempre”… el concepto era otro, y el mundo también.

J: ¿Imaginás a alguno de tus nietos continuando esta colección algún día?

R: No sé qué va a pasar… quizá alguno de ellos… sé que mis hijas probablemente no… me gustaría que eso pase. Sin embargo, y por sobre todas las cosas, lo que más disfruto es poder compartir mis máquinas en las escuelas, al menos unas 10 de ellas que son las que caben en un baúl del auto… así las ideas y el conocimiento pasan a la próxima generación. Estos bienes intangibles son mucho más importantes que las máquinas en sí mismas.