El futuro que Apple soñó… en 1987

¿Alguna vez se sintieron como Marty McFly viajando al pasado, pero en vez de un DeLorean, su máquina del tiempo es… su celu?

Hoy vamos a desenterrar un cachivache de la era pre-iPhone, un bicho tan adelantado a su tiempo que, si lo vieran hoy, dirían: “¡Ah, claro, Google ya hace eso!”. Pero créanme: en 1987, esto era más ciencia ficción que un replicante de Blade Runner.

Nota por Francisco Morell Otamendi (@jupiter_tonante)

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Cibers argentinos: cuando el gaming era por hora

Por Leandro Chumbita (@leandro.damian95)

👋 Recuerdo que, cuando era niño, salir del colegio significaba una sola cosa: se venía uno de los mejores momentos del día. Por entonces, mi única responsabilidad era la escuela, y en mis ratos libres tenía dos pasatiempos que me hacían muy feliz: jugar al fútbol en la vereda y a los videojuegos en el ciber del barrio.

Me llamo Leandro Damián Chumbita, nací en el año 1995, y en esta nota quiero contarte cómo una computadora marcó mi infancia, me llenó de alegría, y terminó convirtiéndose en parte de mi vida adulta, tanto en el trabajo como en el disfrute.

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El proyecto CEUNS (*)

El inicio de una pequeña gran historia. Fue en 1961 que comenzó el proyecto Ceuns (Computadora Electrónica de la Universidad Nacional del Sur), ideado por el ingeniero Jorge Santos, con el objetivo de construir una computadora realmente operativa para la Universidad Nacional del Sur (UNS), situada en la ciudad de Bahía Blanca, y que pudiera luego ser transferida a la industria nacional.

Durante la década anterior, numerosos centros académicos de varios países se habían planteado proyectos similares para construcción de computadoras. En Argentina surgieron dos: el Ceuns y el Cefiba (Computadora Electrónica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires).

Pero vayamos un poco más atrás en el tiempo para saber el origen del proyecto. En octubre de 1960 Santos había logrado, por intermedio del rector de la UNS, que la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires votara un subsidio destinado a la construcción de una computadora, además del compromiso formal de participación del Departamento de Matemática.

Es que Santos ya venía trabajando en el diseño de su proyecto durante su estadía en la Universidad de Manchester, donde colaboró en el desarrollo del proyecto Atlas (la primera computadora a transistores que produjo la empresa Ferranti). La pretensión de construir una computadora en la remota Bahía Blanca se sostenía en la convicción, compartida por Santos y un grupo innovador de la UBA, de la necesidad de promover la independencia tecnológica como pilar del desarrollo económico y social del país, y en una serie de condiciones favorables, tanto técnicas como académicas y políticas.

El año 1960 fue clave en la introducción de la computación en Argentina. IBM presentó el modelo 305 y poco después instaló una IBM 650 con sistema de discos Ramac en su data center y colocó otra máquina en la empresa Transportes de Buenos Aires. En noviembre llegó la Ferranti Mercury para el Instituto de Cálculo creado en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. En ese mismo año, Ferrocarriles Argentinos había recibido dos equipos Univac SS-90 con la nueva tecnología de estado sólido.

Fue en la UBA y la UNS, escenarios destacados de la renovación universitaria, donde se promovieron los primeros desarrollos de la computación en Argentina. La construcción en el país de una computadora pequeña de costo limitado parecía un objetivo loable y alcanzable.

Jorge Santos se había graduado en la Facultad de Ingeniería de la UBA, donde había trabajado hasta 1953, cuando su contrato no fue renovado por no estar afiliado al partido gobernante, como le sucedió a otros docentes, entre ellos Manuel Sadosky. Y fue gracias a la influencia intelectual de Sadosky que conoció el nuevo fenómeno de la computación y fomentó su idea de construir una computadora. Sadosky le había dicho a Santos: “tenemos que hacer una máquina; con menos cantidad de válvulas, pero hay que hacerla”.

La experiencia de Santos en Manchester fue posible gracias a la creación del CONICET, presidido por el doctor Bernardo Houssay, en donde una de las primeras actividades fue la de otorgar becas de perfeccionamiento en el exterior a las nuevas camadas de investigadores de las universidades. Santos, que luego de la UBA se había mudado a Bahía Blanca para trabajar en la UNS, fue seleccionado y viajó en agosto de 1959. Su tema de estudio fue “Diseño lógico en computadoras digitales”.

La Universidad de Manchester tenía una alianza con la empresa Ferranti, fabricante de la Mercury, la computadora adquirida por el Instituto de Cálculo de la UBA. Por fortuna, la estadía de Santos coincidió con el diseño de la Atlas, la sucesora de la Mercury, en el cual Santos participó en el equipo desarrollando el algoritmo de división.

Tiempo después, cuando Santos regresó a Bahía Blanca, tenía entre manos un proyecto elaborado y sustentable. Sabía que para concretarlo necesitaría dinero y un equipo de trabajo que incluya programadores, ingenieros y matemáticos. Con la conjunción de tres aspectos favorables (el entusiasmo de la comunidad científica argentina, la existencia de un proyecto sólido y un ambiente político favorable a la inversión tecnológica), la Legislatura provincial votó un subsidio de 100 mil dólares para la concreción material de la Ceuns, que iba a ser desembolsado en cinco cuotas correspondientes a los años programados para la finalización del proyecto. En el presupuesto provincial de 1961 se incluyó la primera cuota de 20 mil dólares.

Todo estaba en marcha. Una breve caracterización de la Ceuns apareció en el Boletín de la Sociedad Argentina de Cálculo, donde se mencionó la construcción de un computador de bajo costo en el que sus códigos de operación y forma operativa estén basados en la Mercury. La Ceuns contaría con una memoria de trabajo, acceso inmediato a núcleos magnéticos de 64 palabras de 36 bits dividida en 4 páginas. Esa memoria sería ampliada con otra, también con acceso inmediato a núcleos magnéticos, de tipo fijo. Los datos e instrucciones serían mantenidos en un tambor magnético de 9000 palabras y desde allí transferidos por páginas a la memoria de trabajo. El programa sería secuencial. La entrada sería por medio de un lector de cinta de papel y la salida por un perforador de cinta o por una máquina de escribir.

Sin embargo, a partir de agosto de 1961 comenzaron las dificultades. El gobierno de la Provincia de Buenos Aires libró una orden de pago por un monto de 1.300.000 pesos moneda nacional, equivalente en ese momento a 15.711 dólares. El pago no se efectuó, al menos no en el corto plazo, y Santos tuvo que solicitar a las autoridades de la UNS un adelanto de 20 mil pesos para no paralizar el proyecto. El adelanto fue otorgado, y el pago estatal finalmente se hizo efectivo, pero fue lo único que se percibió del subsidio.

Más tarde, en marzo de 1962, una crisis política desencadenó la intervención federal a la Provincia de Buenos Aires, e incluso la disolución de su Poder Legislativo. Ese hecho, si bien no implicaba la derogación de lo aprobado anteriormente, hizo que las relaciones de representación política y el marco ideológico que había posibilitado el logro de ese apoyo financiero, se quebraran.

Aunque en octubre de 1962 se pudo inaugurar un componente periférico que servía para paliar la carencia de una computadora en la UNS, para marzo de 1963 el proyecto no infería ningún avance sobre la situación del año anterior. Al no existir el subsidio del Estado, el trabajo continuaba al ritmo de los escasos aportes del CONICET o del presupuesto universitario. El equipo humano se redujo a tres personas con dedicación plena, hasta que durante 1965 el proyecto se fue apagando hasta ser definitivamente clausurado.

De acuerdo con los planes originales, la máquina debía entrar en operación en marzo de 1966 pero, salvo los periféricos inaugurados en 1962, no había más que partes sueltas. Las penurias materiales de las universidades nacionales fueron determinantes de unas demoras de gran magnitud en el plan del proyecto, y a eso se le sumó la discontinuidad en la fabricación de los componentes de hardware que se había decidido utilizar. El atraso y la falta de perspectivas pusieron en cuestión el sentido de continuar el esfuerzo, lo que selló el fracaso del proyecto.

Analizando los motivos de su final, la causa directa fue la aguda falta de recursos humanos y materiales debida, más que nada, a un cambio de las condiciones políticas, una circunstancia que convirtió al proyecto en patrimonio exclusivo de un pequeño grupo de desarrollo, solo constituido por ingenieros electrónicos. Por otra parte, entre su formulación y su abandono se había producido un cambio de foco en el diseño de las computadoras con la incorporación de componentes de software.

Años más tarde, a principios de la década de los 80’s, se constituyó en la UNS un área de docencia e investigación en informática, con protagonistas que no habían experimentado los problemas de los proyectos anteriores, y Ceuns fue ignorada como antecedente en las unidades académicas.

En retrospectiva, el proyecto Ceuns fue uno de los episodios iniciales de la computación en Argentina, ocurrió en la UNS y se intentó la construcción de una computadora con un objetivo que iba más allá del académico. Sucedió justo en un período de transición entre el surgimiento y cierta consolidación de la tecnología.

Como balance, puede señalarse la formación de una tradición en Electrónica en la UNS, la interacción con los matemáticos que dio sustento a la constitución de la actual escuela de docencia e investigación en computación, y los desarrollos pioneros en software “de base” creados en el proyecto.

La historia de la Ceuns, poco conocida y por demás interesante, no deja de ser inspiradora.

(*) el presente artículo está basado en el paper “Fulgor y ocaso de Ceuns. Una apuesta a la tecnología nacional en el sur de Argentina”, autoría de Rául Carnota y Ricardo Rodríguez, y publicado en “Historias de las TIC en América Latina y el Caribe: inicios, desarrollos y rupturas”, capítulo 9, editada por Ariel y Fundación Telefónica (España) en 2015.

LAS AVENTURAS GRÁFICAS Y EL VIAJE A MUNDOS DESCONOCIDOS

Sentarse en una dura silla de madera frente a un escritorio blanco con biseles negros y pulsar el botón de un CRT monocromático hasta oír el “clic”; Después, un pequeño ruido a estática, y ya estaba corriendo nuestra 386 (bueno, más que nuestra, de la familia), lista para retomar la aventura de un pirata con un carisma sin igual (¡perdón Jack Sparrow!) ¡Eso era felicidad!

por Demere*

Sentarse en una dura silla de madera frente a un escritorio blanco con biseles negros y pulsar el botón de un CRT monocromático hasta oír el “clic”; Después, un pequeño ruido a estática, y ya estaba corriendo nuestra 386 (bueno, más que nuestra, de la familia), lista para retomar la aventura de un pirata con un carisma sin igual (¡perdón Jack Sparrow!) ¡Eso era felicidad!

Siempre amé jugar todo software que pasara por mis manos, ya sea en la NES, en la MSX o en la “PC”. Sin embargo, algunas veces me preguntaba: ¿por qué me atrae tanto jugar en un monitor de PC, pudiendo disfrutar de los coloridos juegos que, en contrapartida, ofrecían la NES o la MSX? Con los años llegué a la respuesta.

Quería vivir historias

Tal como ocurre con una película o un libro, la PC me ofrecía cosas que no eran tan comunes en mis juegos de consola: historias, personajes, lugares… todo presentado con la magia que solo las aventuras gráficas podían brindar. En este tipo de juegos los personajes se desarrollaban al punto de hacerlos entrañables, presentándonos sin preámbulos sus miedos, gustos, reacciones e ideales… se presentaban al jugador como seres pensantes, y eso me atraía.

Dentro de lo encasillado que nos puede parecer hoy un juego de point & click, lo cierto es que sentíamos la agradable sensación de ser actores activos en los retorcidos mundos y situaciones producidos por la imaginación de uno o varios tipos que, sentados en un escritorio a miles de kilómetros, habían logrado plasmar en un diskette de 51/4, en tiempos en los cuales internet era solo un rumor.

El inicio de todo

Para hablar del origen de este género tenemos que remontarnos a las aventuras conversacionales, un entretenimiento de interacción a través de texto en el cual se esperaba que eligiésemos nuestro destino “tipeando” las distintas decisiones, algo análogo a lo que ocurre en los libros de “Elige tu propia aventura”. El primer juego de este tipo fue “Colossal cave”, escrito por Will Crowther, cuya primera edición fue llamada “Adventure”. Lentamente el programa empezó a correr en varias computadoras de la época, hasta que un tal Don Woods encontró una copia en un servidor y se le prendió la lamparita: con el permiso de Will expandió el universo del juego llenándolo de personajes y guiños a los libros de Tolkien (aunque Woods negó dicha inspiración y atribuyó los parecidos a la casualidad).

Con el paso del tiempo sucedió lo inevitable: llegó “Mistery house”, el primer juego conversacional con gráficos, el cual se encuentra en la frontera que divide a las aventuras conversacionales de las aventuras gráficas. Aun hoy se debate a qué genero pertenece este juego, y cuál es el punto exacto en el cual se produjo esta evolución… si bien no soy yo quien puede definir de qué lado de la línea está “Mystery house”, sí puedo afirmar que fue Ken Williams, fundador de On-line Systems (posteriormente Sierra On-line) y creador de juegos como Mission Asteroid (1980), quien puso los pilares fundamentales de lo que hoy se conoce como aventura gráfica.

La aventura recién comienza: ¿Lucas Films o Sierra Online?

Así fue como ingresé en el maravilloso mundo de las aventuras gráficas, género cuya dinámica supongo familiar para cualquiera que lea este artículo; para quien no le resulte así, reproduzco aproximadamente la definición actual de Wikipedia: “La dinámica de este tipo de experiencia consiste en la resolución de diversos rompecabezas, planteados como situaciones que se suceden en el marco de una historia, interactuando con personajes y objetos a través de un menú de acciones o interfaz similar, usualmente utilizando un cursor para mover al personaje y obligarlo a realizar distintas acciones.”

Pues bien, permítanme decir que le falta algo a la definición, y esto es el “espíritu”: Cada desarrolladora dotó a sus juegos de un espíritu y de un carisma único. Así abrimos un abanico de desarrolladores, que podemos dividirlo de forma simplificada en 3 vertientes: Lucas Films Games, Sierra online, y “el resto”; en esta última podemos encontrar propuestas de lo más disímiles, desde “Simon the sorcerer” hasta “Beneath a steel sky” o “Myst”, los cuales pertenecen a distintos equipos de desarrolladores y cuentan cada uno con su particular percepción y enfoque.

Volviendo a las primeras dos empresas mencionadas, tenemos los estandartes más importantes del género, por lejos. Sierra, por un lado, apuntaba a un público mas bien adulto, con aventuras más “maduras” como “Gabriel knigth” o “Police quest”, pasando por un picante “Leisure Suit Larry”. La particularidad de Sierra es que podíamos saltar algunos puzzles, aunque como consecuencia podía ocurrir que faltara luego algún ítem necesario para avanzar en el juego, además de la posibilidad de fallar o morir en el objetivo final… en general, el nivel de dificultad solía ser elevado. En contraposición, Lucas Film apostó por un enfoque más “familiar”, con puzzles más fáciles y guiados en los cuales era imposible bloquear nuestro avance; eso sí, la historia era contada con un poco más de comicidad, e incluso se buscaba la complicidad con el jugador, dando un aspecto más empático a sus personajes… el humor y la aventura no podían faltar en Lucas Film: basta nombrar juegos clásicos como “Monkey Island”, “Maniac Mansion”, “Full Throttle”, “Sam & Max” y “Grim Fandango”, entre muchos otros.

Auge y caída

Si tuviéramos que delimitar la etapa gloriosa de las aventuras gráficas, podríamos marcar el inicio en 1987 con el lanzamiento de “Maniac Mansion”, juego que fue portado a varias plataformas. La industria nos trajo luego joyas indiscutidas como la saga “The Secret of Monkey Island” (en especial la primera y segunda entrega), una de las más apreciadas por los jugadores; allí nos acompañó nada más y nada menos que Guybrush Threepwood, un entrañable antihéroe que se convirtió en un icono del genero, puesto con el tiempo en un pedestal junto a los mismísimos Mario y Sonic. Guybrush era un tipo común en un mundo de aventuras: no tenia poderes y era víctima de la mala fortuna, pero compensaba todo con mucho humor y simpatía, sumados a su buena voluntad y capacidad de decisión.

Con el tiempo, y a partir de la llegada del los polígonos al mundo de los videojuegos, estos queridos personajes fueron perdiendo espacio. A pesar de la aparición de algunos buenos títulos en 3D como “Grim Fandango”, el mundo perdió interés por el género, quizá a partir de un cambio generacional con jugadores que se fueron sumando en búsqueda de nuevas experiencias, o tal vez a causa de la falta de innovación o al estancamiento de Lucas Film; la realidad es que por unos cuantos años no hubo lugar para las aventuras gráficas en la industria, situación que inevitablemente redujo el género a una cuestión de nicho.

Presente y futuro.

Aun así, el género supo permanecer en el lugar más importante al que se puede aspirar: el corazón de los miles de jugadores que formamos parte de estas historias siendo magos, detectives, piratas, motoqueros, galanes, viajeros en el tiempo y hechiceros… Si bien esta larga lista se fue acotando con el transcurrir del tiempo, hoy podemos evidenciar un resurgir del interés en las queridas aventuras gráficas, lo cual espero permita a las nuevas generaciones vivir momentos épicos en donde la narración, la imaginación, el buen humor, y la profundidad de los personajes tenga su adecuada valoración por encima de las físicas y los gráficos.

Felizmente para nosotros, en los últimos años han visto la luz una buena cantidad de proyectos, tanto “indies” como de desarrolladoras más conocidas, prometiéndonos nuevas historias que espero llenen nuestros corazones. Juegos como “Machinarium”,” La Fuga de Deponia”, o “Thimbleweed park” nos dejan entrever que aun hay lugar para estas producciones, lejos del mainstream que supieron conseguir hace más de 30 años pero con el espíritu que siempre las caracterizó. Este hermoso género aún tiene mucho para dar, y si todavía no han tenido la posibilidad de descubrirlo, los invito a que le den una oportunidad, ¡no los decepcionará!

Spoiler Alert: Hay que tomárselo con calma al comienzo, sobre todo si venimos de otros géneros. Pero cuidado: ¡Es sumamente inmersivo y adictivo!

*El autor trabaja con gráficos y es apasionado por los videojuegos. Posee un canal de YouTube llamado “BetaMax by Demere”.