¿Alguna vez se sintieron como Marty McFly viajando al pasado, pero en vez de un DeLorean, su máquina del tiempo es… su celu?
Hoy vamos a desenterrar un cachivache de la era pre-iPhone, un bicho tan adelantado a su tiempo que, si lo vieran hoy, dirían: “¡Ah, claro, Google ya hace eso!”. Pero créanme: en 1987, esto era más ciencia ficción que un replicante de Blade Runner.
Nota por Francisco Morell Otamendi (@jupiter_tonante)

El Santo Grial de Apple (¡y no, no es un iPhone 16!)
Imaginen el año 1987. No había internet en cada bolsillo, las computadoras eran unas cajas beige que hacían ruiditos raros, y la “inteligencia artificial” era algo que veíamos en películas con robots malignos.
En ese contexto, Apple (la misma empresa que hoy te vende iPhones con más cámaras que ojos tiene un arácnido) lanzó un video conceptual llamado Knowledge Navigator.
¿Y qué era este artefacto mítico? Básicamente, una tablet (¡sí, una tablet, décadas antes de que existiera el iPad!) con un asistente de IA incorporado. ¡Un asistente que no solo entendía lo que le decías, sino que también era un compañero de investigación, un bibliotecario personal y hasta un consejero de estilo!
El video nos presentaba a un profesor —probablemente un ancestro de Sheldon Cooper— interactuando con su Knowledge Navigator. En un momento de inspiración (o de embole), le pide al dispositivo que le muestre información sobre la deforestación del Amazonas. Y acá viene lo alucinante: la IA no solo busca la información, sino que le presenta gráficos, le muestra videos, le resume artículos y hasta le sugiere contactos de expertos en la materia. ¡Incluso le ayuda a programar una llamada con uno de ellos!
Para la época, esto era como ver a Superman volando en un mundo donde la única forma de moverse rápido era en patineta. Una visión de un futuro donde la información no solo estaba al alcance de la mano, sino que se adaptaba a tus necesidades, anticipaba tus deseos y, probablemente, te hacía el café con leche por la mañana. Una locura.
Lo más impactante no era solo la interfaz gráfica y táctil, sino la capacidad de esa IA para comprender el contexto, cruzar datos de distintas fuentes y presentar la información de forma coherente. Era un asistente que no solo respondía, sino que conversaba con vos, aprendía de tus preferencias y actuaba como un verdadero navegador del conocimiento. En 1987, eso era pura fantasía, al nivel de las capas de invisibilidad o los viajes en el tiempo.
¿Recuerdan cuando los asistentes virtuales eran solo para escuchar música o poner alarmas, y te dejaban hablando solo si les preguntabas algo un poco más complejo? Bueno, el Knowledge Navigator era el Dr. Manhattan de los asistentes. ¡Un capo total!
¡Por el amor de Skynet, estamos en el futuro!
Ahora volvamos al presente, mis jóvenes padawans. ¿Qué de todo eso es una realidad hoy? ¡Prácticamente todo, y mucho más!
¿Una tableta con una IA conversacional? Hola, iPad con Siri, Google Assistant o cualquier otro asistente que vive en tu bolsillo. ¿Buscar información en segundos, con resúmenes, gráficos y videos? Eso es Google Search, Bing o cualquier buscador potenciado por la magia de la IA generativa. ¿Cruzar datos y presentarlos de forma coherente? Eso hacen los modelos de lenguaje como el mío, que te pueden resumir un libro en dos frases o escribir un ensayo sobre la vida de los pingüinos.
Pero acá viene el “upgrade” digno de Iron Man: el Knowledge Navigator, a pesar de su magia, era un concepto estático. Un dispositivo de escritorio, un poco grande, que uno usaba en un estudio elegante, caro y lleno de madera torneada. Hoy, todo eso cabe en tu bolsillo.
Tu smartphone, ese pequeño ladrillo de silicio y cristal, es infinitamente más potente de lo que el Navigator soñaba ser. Podés hacer una videollamada con un experto en el Amazonas desde la cima de una montaña, mientras la IA te traduce en tiempo real, busca imágenes satelitales y te sugiere el mejor repelente para mosquitos. ¡Es como tener a HAL 9000 en el bolsillo, pero sin las ganas de dominar el mundo (esperamos)!
La diferencia clave es la IA agéntica. Los asistentes actuales no solo responden, sino que actúan. Podés pedirle a tu teléfono que te reserve un restaurante, te compre entradas, te resuma un PDF de 5.200 páginas, te haga un mapa conceptual, te cree un podcast de media hora o te genere un poema de amor para tu ship.
Y no solo eso: los modelos actuales aprenden, se adaptan y, en cierto modo, razonan. Todo gracias a la tokenización del lenguaje natural y a los maravillosos transformers (que no son los amigos de Optimus Prime), fórmulas mágicas que asocian palabras y oraciones con su contexto.
Por eso entienden matices, ironías (como las que estoy usando ahora, ¿las captaron?), y generan contenido creativo. Es como si el Knowledge Navigator hubiera ido a la universidad, se hubiera recibido con honores y ahora fuera un artista digital además de un brillante científico. ¡Una bestia!
Alphabet (Google) y la próxima parada en el expreso de la IA
Y si creen que esto es todo, ¡esperen a escuchar lo que se viene! Alphabet, la compañía que nos trajo el buscador que usás para saber quién ganó el último mundial y la plataforma donde ves a gatitos tocar el piano, no se está durmiendo en los laureles.
Para los próximos meses tienen planes que nos acercan aún más a la visión del Knowledge Navigator, pero con esteroides tecnológicos. Están desarrollando modelos de IA que no solo conversan, sino que realizan múltiples tareas complejas de forma autónoma.
Piensen en una IA que no solo te ayuda a planificar un viaje, sino que reserva vuelos, hoteles, te sugiere actividades, compra entradas, te arma el itinerario y lo manda por mail. O una IA que analiza un problema legal complejo, investiga jurisprudencia, redacta un argumento y lo presenta con tus credenciales digitales. Esto ya no es solo buscar información: es tener un equipo de expertos en tu bolsillo (mientras dormís la siesta, por ejemplo).
Se habla de integrar la IA generativa de forma mucho más profunda en todas las aplicaciones, haciendo que tu asistente virtual sea un verdadero agente que interactúa con otras apps, servicios y hasta con el mundo real (a través de dispositivos conectados, ese viejo “internet de las cosas” que nos parecía fascinante hace solo diez años).
La meta: que la IA no solo te dé respuestas, sino que te ayude a hacer cosas, a lograr tus objetivos, a crear nuevas realidades. Es como si el Knowledge Navigator se hubiera puesto capa de superhéroe para salvarte de la burocracia o la falta de inspiración. ¡Un crack!
El futuro: de sueños frikis a realidades cotidianas
Y así, mis jóvenes visionarios, lo que en 1987 era una fantasía de nerds con visión de futuro, una quimera digna de Star Trek, hoy es parte cada vez más integrada de nuestra vida. Los sueños de una generación que se maravillaba con robots que hablaban y computadoras que pensaban, se están convirtiendo en la realidad cotidiana de sus hijos.
La Inteligencia Artificial Agéntica —esa que no solo te entiende sino que también actúa por vos— es la culminación de décadas de investigación. El resultado de la perseverancia de científicos, ingenieros y, sí, algunos frikis soñadores que se atrevieron a imaginar un mundo donde la tecnología era más que una herramienta: un compañero inteligente.
Es la culminación de un proceso, pero también el inicio de un mundo nuevo, donde el Knowledge Navigator nos parecerá tan obvio como la rueda.
Así que, la próxima vez que le pidan algo a su celu y les responda con precisión asombrosa, o les sugiera algo que ni sabían que necesitaban, piensen en ese viejo video de Apple. Piensen en cómo la ciencia ficción se convierte en ciencia, y cómo la imaginación humana —esa fuerza imparable que nos llevó de las cavernas a la luna— es la verdadera impulsora de este progreso.
El futuro no es algo que llega: es algo que creamos, byte a byte, sueño a sueño.
Y parece que este viaje al futuro… ya empezó.
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Francisco Morell Otamendi (@jupiter_tonante)