Compré mi primera Commodore 64 allá por 1997, con el único fin de experimentar la magia de cargar un juego desde un casete de audio común: quienes nos iniciamos en el mundo de las consolas con el Atari 2600, pasando luego al Nintendo (el “Family” para los amigos del barrio) y el Sega, conseguir un juego nuevo era sinónimo de adquirir (o intercambiar) un cartucho, un estuche de plástico que contenía una plaqueta electrónica con misteriosos circuitos integrados… por eso, la posibilidad de copiar juegos en un radiograbador parecía cosa de otro mundo, algo demasiado bueno para ser verdad…
Pero esa no es la historia que vengo a contarles hoy, ni soy yo su protagonista; resulta ser que acompañando a esa vieja Commodore publicada en la revista Segundamano venía un joystick especial, un artefacto muy bonito que alguna vez mi abuela llegó a confundir con una azucarera o un mate. Ese joystick era muy distinto a los que había conocido hasta ese momento: hecho de madera maciza, su forma contrastaba con los clásicos mandos de plástico con ventosas en la base, esos que pretendían ser la palanca de mando de un avión de combate. Este joystick era pesado, elegante, y era el único que funcionaba de forma delicada y consistente, motivo por el cual el privilegio de utilizarlo se convirtió pronto en motivo disputas fraternales aguerridas en el ámbito lúdico hogareño.
Pasaron 25 años, poca cosa para un amante de los videojuegos. Un día comienza a circular por Espacio TEC la noticia de que Marcos Calvo, hijo de un fabricante de joysticks nacionales llamado Martín, estaba dispuesto a brindarnos una entrevista. Grande fue mi sorpresa al descubrir que ese joystick, fabricado por don Martín en la maravillosa década del ‘80, era nada menos que el Colossus, ese control de “alta gama” que llegué a disfrutar cuando comenzaba a despertarse mi interés por la retrocomputación.
El joystick Colossus, para quienes no hayan tenido el privilegio de haberlo utilizado, es un cilindro de madera ahuecado, dentro del cual se ubican cuatro flejes metálicos rodeando una arandela central. La arandela, solidaria a la palanca de mando, hace contacto con los con los flejes de acuerdo al movimiento de la palanca (arriba, abajo, izquierda y derecha), poniéndolos “a tierra”. Si dos flejes adyacentes entran en contacto con la arandela central, la máquina a la cual se conecta el joystick podrá interpretar que se desea realizar un movimiento diagonal… la palanca es acompañada, en la versión clásica de la Commodore 64, por un único botón de color rojo, el cual sirve para disparar y/o saltar, generalmente. En un testimonio fílmico disponible en la web (ver ref. 1), el propio Martín nos cuenta que el diseño, aún en su simplicidad electrónica, debió resolver un par de cuestiones mecánicas… por ejemplo, ¿cómo hacer para que la palanca quedara ubicada siempre en el centro del artefacto? El elemento clave para lograrlo es tan insólito como eficaz, y todavía se encuentra disponible en las casas de repuestos que trabajen con la marca Renault. Quien tenga curiosidad (o necesidad de realizar una restauración) no tiene más que escuchar esta simpática anécdota en las palabras del propio creador del Colossus.
Esta entrevista, a pocos instantes -o renglones- de comenzar, toma el punto de vista de Marcos, hijo de don Martín y testigo privilegiado del amanecer y ocaso del Colossus. Marcos responde amablemente a mi saludo inicial, y pronto coordinamos una entrevista virtual. Él y su papá están de viaje por Buenos Aires, a punto de comenzar un nuevo emprendimiento en la provincia de La Rioja… el momento parece ser ideal: muchos recuerdos, muchas historias deben quedar atrás para dar lugar a lo nuevo, y casualmente estamos en el lugar y en el instante justo para oír y rescatar uno de esos entrañables pasajes de la historia de los videojuegos en la Argentina. ¡Aquí vamos entonces!
J: Tengo curiosidad, ¿en qué año nació Martín? ¿A qué se dedicaba antes de crear el Colossus?
M: Mi papá nació en 1945. Durante muchos años trabajó como fotógrafo profesional, participando en campañas gráficas de grande empresas. También llegó a trabajar como corrector literario.
J: ¿Y cómo llega al mundo de las computadoras hogareñas?
M: La primera máquina que compró fue una Texas Instruments, de esas en las que había que “escribir” los programas… ahí yo tendría unos tres años. Después adquirió una Sinclair, y se hizo experto en el “Manic Miner”, que era bastante difícil… mi papá lo terminó dando vuelta. Eso para mí era como… “guau”… yo soy un desastre en los juegos de plataforma. Luego vinieron la Commodore y la Atari, para llegar finalmente a la Amiga: esa máquina era increíble, tenía muy buen sonido… ya para esa época intercambiábamos juegos con amigos, había también ingenieros conocidos que programaban… la gente se gastaba mucha plata en eso.
J: ¿Podrías contarme detalles sobre la empresa que fabricó el Colossus? ¿Llegó a tener muchos empleados?
M: Colossus era un emprendimiento totalmente familiar. Mi viejo comenzó solo, recorriendo carpinterías y tallando pieza por pieza a mano… le llevaba un montón de tiempo. Al principio trabajó con maderas muy duras, y finalmente terminó utilizando caldén, que era mucho más “maleable”. Respecto al tema de los empleados, inicialmente se había asociado con otra persona, pero debido a algunos desacuerdos respecto a la calidad final que debía tener el producto (mi papá es muy detallista) la sociedad se terminó disolviendo. En aquél momento yo tendría cuatro o cinco años, y recuerdo haber visto a un par de personas trabajando… vivíamos en un departamento por Luis María Campos, en Capital, ese fue el primer lugar de fabricación. Pero la cosa realmente comenzó a funcionar cuando a mi papá se le ocurrió convocar a jubilados del barrio: el trabajo debía ser muy meticuloso, muy artesanal… hacía falta mucha paciencia; y justamente esas habilidades fue las que encontró mi papá en esas personas mayores, gente que tenía muchas ganas de trabajar, que estaba aburrida en su retiro. Fabricando los joystick Colossus muchos jubilados volvieron a sentirse útiles, podría decirse que “revivían”. Al mudarnos un tiempo después al Pasaje La Cárcova Colossus ya tenía tres jubilados “en planta”, más dos o tres que trabajaban desde su casa.
J: Este es un verdadero ejemplo de “trabajo inclusivo”, ¡excelente! ¿ellos también hacían el control de calidad?
M: Sí, los joystick se probaban exhaustivamente, se “torqueaban” uno por uno hasta lograr un funcionamiento óptimo.
J: ¿Cómo culminó la “experiencia Colossus”?
M: El final llegó en los años ‘90, con la apertura de las importaciones… te doy un ejemplo: los cables que comenzaron a llegar desde afuera tenían tres veces más calidad y costaban una fracción de lo que salían los nacionales… muchos amigos que mi papá tenía en el rubro de la electrónica también comentaban sobre lo que se venía: artículos muy baratos y fabricados en masa, con los cuales era muy difícil competir; al ver esto mi viejo entendió que las cosas se iban a complicar, que pronto el mercado nos iba a asfixiar… y así fue como decidió comprar una casa quinta por Burzaco para poner canchas de paddle, cambiando de rubro completamente.
J: Es una lástima que esa experiencia de trabajo artesanal e inclusivo haya terminado… sin embargo, la calidad de lo que hicieron en aquél momento hoy es reconocida por los retro-gamers, hay muchos joystick Colossus que siguen dando alegría a grandes y chicos…. ¿qué te genera saber eso?
M: Saber que todavía hay joysticks que siguen andando es un orgullo, algo increíble. Todavía conservo algunos Colossus en casa… hace poco enchufé uno, que estuvo guardado por 32 años, en un probador que tenemos: más allá de una pequeña desviación de la palanca funcionó perfecto. El tiempo demostró que el eslogan de mi papá, “un joystick para siempre”, estaba en lo correcto. Eran controles rústicos, hechos para durar… una tradición heredada de mi abuelo, que en su momento construyó varios muebles del hogar “a prueba de chicos”.
J: Teniendo una tradición tan interesante, y con la experiencia acumulada en los años transcurridos, ¿pensaron en volver a fabricar el Colossus? Muchos fanáticos, entre los que me incluyo, estaríamos felices teniendo la posibilidad de comprar nuevos joysticks “de autor”… ¿se podría soñar con un Colossus USB para poder disfrutarlo con los emuladores que existen en la actualidad?
M: Mirá, pensar en fabricar… no lo creo… lo que podría hacer eventualmente es dedicar algún tiempo para terminar de armar algunos Colossus que estuvimos guardando todos estos años… sería un artículo bastante exclusivo. El problema es el tiempo, ya que hoy estoy en proyectos bastante alejados a Colossus… sería algo para hacer “de onda”, aprovechando los ratos libres. Quizá si existiera un mercado internacional, y si lograra asociarme con la persona correcta… se podría pensar en armar una “fabriquita” de nuevo… pero hacerlo solo sería muy difícil. Hoy estoy enfocado y poniendo mis energías en los yuyos naturales y en los cristales de La Rioja, en donde tenemos una reserva ecológica autosustentable. Volviendo al tema del USB, ¡claro que es posible! En algún momento lo pensamos, al igual que en la posibilidad de una conexión Bluetooth. Te digo más, justo antes de cerrar la fábrica sacamos dos modelos avanzados para PC… hubo mucha investigación, se usaron potenciómetros de calidad superior a lo que había en aquél entonces en el mercado, pero aún así el producto final no satisfacía a mi papá… había muchas piezas, era complejo el ensamblaje… y por otra parte el joystick para PC no prendió mucho en esa época. También se desarrolló un modelo especial para juegos de carreras con volante, palanca de cambios y pedales… de esos se vendieron muy pocos, quizá unas 30 unidades… lo gracioso es que ese proyecto tenía como finalidad que mi mamá aprendiera a manejar. Nos quedaron piezas como para fabricar cerca de 100 simuladores, pero terminarlos hoy en día sería complejo, son 10 veces más complicados que los joysticks, con lo cual el precio final sería “delirante”. Como nota final te cuento que existió un modelo para el “Family” que tenía cuatro botones… quizá ponga en venta algunos de esos.
J: Con tantos modelos fabricados y desarrollados, ¿todavía conservan el prototipo del primer Colossus?
M: Lamentablemente no, creo que se extravió en alguna mudanza… recuerdo que el primer joystick que hizo mi papá estaba hecho con madera de cajón de manzanas… después hizo uno de chapa, para finalmente llegar al modelo que resultó definitivo. La idea de haber hecho el modelo final con madera tiene que ver con entregar una sensación de calidez y calidad: la chapa es muy fría, y el plástico nunca le gustó.